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Col·laborador: Pablo Ricciardulli
Ajudant: Sol Diéguez.
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El poder no es condenable, todo depende se sus medios y de sus fines. Ubicado como obertura, el apólogo de un príncipe que se cree un gallo que a su vez se hace pasar por un príncipe nos lo hubiera debido advertir: para sobrevivir y para actuar, siempre será preciso que el poder simule, que consienta en dar algún rodeo. Porque librado a sí mismo - como Zishe de vuelta en el pueblo -corre el riesgo de ser devorado crudo. Debe pues revestirse de una máscara, entrar en la ficción de un rol. Pero en eso consiste la crueldad de la fábula: el ardid puede desembocar en un engaño, que pierde la fuerza haciendo que sirva a la causa del enemigo.
(…) el rey no puede estar desnudo, le hace falta un disfraz. Será un bufón o un usurpador, el amo de ningún otro reino que no sea una duplicidad o un truco. Su gobierno, a lo sumo dependerá de un espejismo.
Manual de supervivencia, Werner Herzog.